El Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) expresó este miércoles su alivio por la decisión de Yosvany Rosell García Caso de abandonar la huelga de hambre que sostuvo durante 40 días, un período en el que su vida estuvo en grave peligro. El vicepresidente del CTDC, Manuel Cuesta Morúa, aseguró que este caso vuelve a revelar la crudeza del presidio político en la isla y la necesidad urgente de reformas profundas en el país.
“Nos sentimos aliviados con el abandono de la huelga por parte de Yosvany Rosell García”, afirmó Cuesta Morúa. “El trauma de la prisión se expresa aquí a través del gesto dramático de llamar la atención sobre la injusticia del presidio político, sobre todo en gente joven que lo único que hizo fue ejercer sus derechos”.
Cuesta Morúa subrayó que la renuncia a la huelga representa un alivio para su familia y un respiro en medio del dolor. “Nos alegramos mucho que haya dejado la huelga de hambre por su familia, un joven de 37 años, por sus hijos”, dijo.
También insistió en que su sacrificio simboliza el anhelo colectivo de libertad: “Cuba en algún momento definitivamente se abrirá a la democracia y al respeto a los derechos humanos, y la vida de Yosvany Rosell García”.
El dirigente opositor destacó que este caso demuestra la importancia de acelerar la lucha por la libertad de todos los presos políticos en Cuba. “Queremos resaltar la importancia de seguir luchando por la libertad de todos los presos políticos”, señaló.
En un comunicado titulado “No Podemos Dejar Morir lo Mejor de Cuba”, el CTDC recordó que la huelga extrema de Rosell volvió a exponer la indefensión en la que viven los presos políticos en la isla y las condiciones inhumanas que enfrentan. Según el documento, durante semanas se le negaron medicamentos esenciales, sufrió dolores intensos y permaneció encadenado en un hospital de Holguín bajo condiciones consideradas infrahumanas.
La organización señaló que Yosvany Rosell, condenado a 15 años de prisión por participar pacíficamente en las protestas del 11 de julio de 2021, representa la continuidad de una larga tradición de resistencia cívica en Cuba. También llamó a visibilizar cada caso de preso político para impedir que el olvido abra la puerta a nuevas violaciones de derechos humanos.
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